Medjugorje, un pequeño pueblo en Bosnia y Herzegovina, es conocido en todo el mundo por las supuestas apariciones de la Virgen María que comenzaron en 1981, cuando seis jóvenes aseguraron haberla visto en una colina cercana. Desde entonces, este rincón cuyo nombre significa “entre montañas” se ha convertido en el tercer sitio de apariciones marianas más importante de Europa, atrayendo a más de un millón de visitantes cada año.
Aunque muchos llegan como parte de peregrinaciones religiosas, Medjugorje también cautiva a viajeros que buscan conocer su historia, recorrer su iglesia y sentir la atmósfera única que envuelve al lugar. Lo que antes fue un pequeño pueblo perdido, hoy es un símbolo de fe y un destino que despierta emociones profundas.
Más allá de la creencia personal que pueda tener cada visitante, es un lugar que transmite paz y espiritualidad, rodeado de paisajes hermosos y con una energía muy especial. En nuestro caso, visitar Medjugorje fue una experiencia movilizante, de mucha reflexión y momentos únicos.
Qué ver en Medjugorje
Iglesia de San Santiago
En el centro del pueblo se encuentra la Iglesia de Santiago Apóstol, conocida también como Santuario de la Reina de la Paz, que es el principal punto de encuentro para peregrinos y visitantes. Aquí se celebran misas y actividades religiosas todos los días, en varios idiomas, para recibir a los más de un millón de personas que llegan cada año.
La historia de esta iglesia es tan singular como el propio Medjugorje. La primera parroquia del pueblo se levantó en 1892, pero estaba en un terreno inestable y tuvo que ser reemplazada después de la Primera Guerra Mundial. La nueva iglesia se terminó en 1969, con un tamaño desproporcionado para un pueblo de apenas 400 habitantes. En ese momento, la obra generó polémica —por la magnitud, en un país de mayoría musulmana y bajo una dictadura comunista—, pero cuenta la leyenda que el arquitecto soñó que algún día se quedaría pequeña.
Y así fue. En 1981 comenzaron las apariciones marianas que transformaron el lugar, atrayendo a miles de fieles. En 1989 se construyó un altar exterior con capacidad para 5.000 personas, y hoy, además de misas, el recinto cuenta con 60 confesionarios donde sacerdotes de todo el mundo atienden en distintos idiomas.
El título de Reina de la Paz hace referencia a la devoción mariana que nació en Medjugorje y a los mensajes de paz y reconciliación que, según los videntes, transmitió la Virgen.



Colina de las Apariciones (Podbrdo)
La Colina de las Apariciones, en el monte Podbrdo, es el lugar donde, según se cuenta, ocurrió el primer encuentro de los seis jóvenes con la Virgen María en 1981. Hoy, es uno de los sitios más visitados por los peregrinos que llegan a Medjugorje. Muchos suben a pie para rezar y reflexionar, siguiendo un sendero marcado con estaciones del rosario.
Todo comenzó a finales de julio de 1981, cuando seis jóvenes de entre 10 y 16 años afirmaron haber visto a la Virgen María en la ladera del monte. En aquel entonces, Bosnia formaba parte de la antigua Yugoslavia, un país bajo régimen comunista que prohibía las prácticas religiosas. La noticia conmocionó a la región y llevó a que la policía detuviera a los videntes, sometiéndolos a evaluaciones psiquiátricas, que concluyeron que los chicos estaban en perfecto estado mental.
Durante meses, los jóvenes, el párroco Jozo Zovko —quien creyó en su testimonio— y las autoridades vivieron un verdadero juego del gato y el ratón. El sacerdote llegó a ser encarcelado acusado de promover las apariciones. Sin embargo, los supuestos mensajes y visiones no cesaban, y la repercusión internacional creció tanto que el gobierno redujo la presión y permitió que continuaran con su fe.
Hoy, algunos de esos videntes ya no viven en Medjugorje, pero todos afirman seguir recibiendo mensajes de la Virgen. Según ellos, la Madre de Jesús les entregó un pergamino con diez secretos que aún no han revelado.
Estatua de Cristo Resucitado en Medjugorje
A pocos metros de la iglesia parroquial, se encuentra una imponente escultura de bronce de unos siete metros que representa a Cristo resucitando del sepulcro. Fue un regalo de peregrinos eslovenos, colocada hace más de una década como símbolo de fe y agradecimiento.
Desde 2002, de la rodilla derecha de la estatua brota un líquido que muchos fieles consideran milagroso, por lo que se ha convertido en un lugar especial de oración y recogimiento para los visitantes. A su alrededor, hay mosaicos y estaciones del Vía Crucis para quienes no pueden subir a la Montaña de la Cruz.



Monte Krizevac
La Montaña de la Cruz, conocida localmente como Križevac, es uno de los símbolos más reconocidos de Medjugorje. En 1934, los habitantes del pueblo erigieron en su cima una gran cruz de cemento para conmemorar los 1.900 años de la muerte de Jesucristo, un gesto que demuestra la profunda fe que siempre ha caracterizado a esta comunidad.
Con el tiempo, este monte se transformó en un lugar de peregrinación. Quienes lo ascienden encuentran en el recorrido estaciones del Vía Crucis, que invitan a la oración y la reflexión. Desde su cima, la vista panorámica de Medjugorje y las colinas circundantes refuerza la sensación de paz y espiritualidad que envuelve todo el lugar.
Centro del pueblo: rodeado de tiendas religiosas, cafés y peregrinos, es un paseo en sí mismo.
Nuestra experiencia en Medjugorje
Nuestra visita fue breve pero intensa. No hicimos peregrinaciones ni subimos las colinas, pero recorrer la iglesia de San Santiago y ver el Monte Krizevac desde el centro fue suficiente para sentir la fuerza espiritual del lugar.
Medjugorje tiene una atmósfera que impacta, incluso si no sos creyente. Es imposible no dejarse llevar por la paz que se respira y por el movimiento constante de personas que llegan de todas partes del mundo con un mismo objetivo: estar allí.
Nos hospedamos en el Hotel Wojtyla, a pocos pasos de la iglesia central. Su ubicación es ideal, en pleno centro y el personal muy amable.